16.10.10

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ilustración: Gabriela Pino

¿BIFURCADO YO?

5.00 hs. Suena el despertador en el barrio de San Cristóbal, 2 grados bajo cero dice la radio, empiezo a fraccionar, al llegar a Merlo voy a estar a unos 4 o 5 grados bajo cero en pleno campo. Me abrigo en cantidad extrema y parto hacia la oscuridad del inverno. Como una carrera de obstáculos surco con truculencia la esquina del paco, eludo el camión que descarga mercadería en el hipermercado, saludo como todas las mañanas, ¡Buen día!, a la dominicana de la plaza Once.
¡No me privo de nada! Mi trayecto es subte, tren, colectivo. Luego cruzo la ruta y camino sobre la escarcha algunas cuadras por un estrecho sendero que costea un brazo del riacho… “Mi mamá me dice que así hago Patria”.
7.15 hs. A pesar del frío ellos están allí, incondicionales como siempre.
Otra vez en mi cabeza las mismas preguntas… ¿Qué habrá hecho Jonathan para estar aquí? ¿Y Brian?... me interrumpen: ¡¡¡profe, profe…!!! ¿Hoy vino mi juez? Soy la única visita de los martes, y hay mucho alboroto dentro del aula gesell. ¡No se chicos!… (La verdad es que ni yo se quien esta del otro lado del vidrio).
Graciela me recuerda antes de entrar que las preguntas personales se contestan con otras preguntas y que no debo contar intimidades ni preguntarlas. Los alumnos tampoco pueden circular por el aula y yo debo manejarme exclusivamente en el perímetro del pizarrón.
9.40 hs. En el taller de arte estamos trabajando con conceptos básicas de grabado, mas tarde ellos van con sus monocopias a una charla con Natalia, la psiquiatra de la institución. Mi trabajo no es solamente enseñarles la técnica, debo procurar que no lleguen a la terapia con la hoja en blanco.
Recibo mucho cariño e intento devolverlo. Los resultados de la jornada de hoy me ponen feliz, dan ganas de llevarse clandestinamente algunos trabajos, pero es mejor que queden ahí y los expongamos para todos en la pared.
19.30 hs. Un mozo me ofrece champagne mientras una mujer a mis espaldas teoriza con tono intelectual sobre los antagonismos entre la pobreza y la inseguridad en la argentina.
Despliego nuevamente mis efectos miméticos. Es la fiesta de Fédéric y la cena es en la mansión de San Isidro. La cita es de elegante sport pero algunas mujeres que van por primera vez decidieron ir de gala. Al embajador le encanta el arte y por consecuencia tiene muchos amigos y amigas pertenecientes al circuito artístico. Apenas llegamos supe reconocer entre la muchedumbre a Kevin Power que miraba todo pero como ausente, Alberto Sendrós expansivo relataba su viaje a Turquía, Aníbal Jozami y su esposa sonreían, Sophie Calle intentaba dialogar con Marta Minujín. Un narcotizante animador le pone ritmo a la velada y marca los tiempos de charla, los de comida y el de los músicos que vinieron a exorcizar a los invitados.
Martín se aleja para saludar a viejos amigos que solo hablan en francés, quedo solo por unos minutos disfrutando del interminable jardín que lindera con el río.
20.00 hs. Fédéric adora a los artistas de este país y de vez en cuando le apetece hacer alguna comprita estival como el Duilio Pierri que se encuentra en la gran sala frente a la pequeña escultura tripartita de Minujín, o el Roberto Elía de uno de tantos cuartos de planta alta. No recibe asesoramiento alguno para sus compras, actúa por instinto y le gusta visitar a los artistas en sus talleres.
Lejos de ser divertida la fiesta es como un protocolo constante en el cual el homenajeado nunca se relaja. No pudimos charlar nada, y pronto partirá para Paris en plan de negociaciones. Me acerco a la cocina y charlo un instante con Dora, mientras ella hace malabares para servir a la gente. Lo conoce bien, sus aciertos y resistencias, ha sido su servidora en África, Europa y América. Esta un poco triste porque parece ser que este es su ultimo trabajo para el embajador, ya que se apronta su jubilación como funcionario del estado francés. Pero no tan triste, o no triste del todo, porque tras una pausa nos cuenta con fluidez algún que otro chisme de su vecina estrella Valeria Masa.
22.10 hs. Sonrío como todos, pero sin exagerar, nos retiramos a casa para descansar y le pedimos a Dora que nos despida de Fédéric. En el viaje de regreso me pregunto… ¿Mañana también me espera un día bipolar?

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