28.12.10

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ilustración: Alejandro Ferrer

¡OH LALÁ!

Mientras que en el microcentro porteño la gente se fritaba con 33º C, nosotros nos codeamos con la insoslayable frescura del primerísimo “primer mundo” en el Óptica festival de París. Este festival internacional de video arte ha logrado un lugar privilegiado con sus sedes en Nueva York, Madrid, París, La Paz y hace dos años también Buenos Aires. Con curaduría independiente de Maria Gnecco participaron en el contingente argentino videos de Viviana Berco, Susana Barbará, Luján Funes, Alicia Esquivel, Gabriela Salgado, Josefina di Cesare y Paula Arias.
En la inolvidable urbe mi anfitriona de lujo fue Claudia Haber, artista argentina radicada en Francia hace algunos años. Dejemos la frutilla de la torta (o tortazo) para el final y juntos recorramos el programa parisino que comenzó con un clásico paseo por la elegante avenida Champs Elysées y su ecológica iluminación navideña a base de lámparas reciclables hechas por una pequeña pyme familiar oriunda de Bretaña. De ahí, a la muestra de André Kertézs, el fotógrafo húngaro y su retrospectiva en el Musée du Jeu de Paume. Muy bien montada y con la presencia de verdaderos tesoros de la fotografía, se mostraban sus primeros trabajos en Hungría, su etapa de París y New York, su última ciudad de residencia. Es su primera y verdadera retrospectiva en Europa, a pesar de que hace un tiempito donó en vida todos sus negativos al estado francés. Los abuelos de Claudia eran húngaros, lo cual producía en ella un enfoque íntimo y personal hacia la longeva obra de Kertézs.
Al salir del museo ya era de noche y en 10 minutos teníamos que estar en el andén de la estación de metro Louvre Rivoli para encontrarnos con el “star curator” Ramón Berdum, el desalineado comisario español de nivel global. Luego de encontrarnos con él, hicimos combinación en Châtelet y de ahí la línea 4 hasta Montparnasse. Mientras caminábamos por la avenue Montparnasse, Ramón y Claudia hablaban de millones de cosas al mismo tiempo, de las idas y vueltas a la Argentina, de los viajes etc. etc. etc. Finalmente encontramos la Rue de la Grande Chaumière que es una calle muy pero muy pequeña. Al ingresar al Hotel des Academies et des Arts... consultamos a la recepcionista, una chica jovencita que muy amable nos indicó donde podíamos ver las obras. El tema central de aquel conjunto de videos era el agua, en fin, nos parecieron bastante empalagosos y las imágenes fueron demasiado pretenciosas... cuando pasaron los subtítulos nos dimos cuenta que la lista de artistas no era la que esperábamos. Mirando el programa donde figuraban las nacionalidades notamos que - no había un solo argentino -. Le preguntamos a la misma recepcionista si sabía de algún cambio en la programación y no supo que contestarnos*. Por un momento (no sé porque) me sentí desilucinadamente en casa y entendí que estos errores de improvisación no son exclusivos de nuestro país. Sin pistas de nuestra proyección, forzados a tomar un plan B, fuimos a por un café sobre la avenue Montparanasse, nos sentamos en una mesa sobre la vereda y pedimos un expresso. El lugar estaba repleto de gente, del otro lado de la avenida justo enfrente, teníamos vista directa al mítico restaurand La Coupole, que está en la planta baja de un espectacular edificio Art Decó.
Con ánimo de cambiarle el rumbo al encuentro, Berdum desplumó de su bolsillo tres tikets y alzó la mano diciendo: ¡Mañana por la mañana partimos a Euro-Disney! El sentimiento de frustración se esfumó abruptamente, me olvidé de los videos, me pedí una ginebra, y por dentro mío solo pensaba que cumpliría uno de mis sueños mas solemnes… ¡¡¡Conocer a Mini en persona!!!
Ramón hizo girar la noche acompañando con una atomizada pastillita chillona que tenía grabada la carita del Pato Lucas, y nosotros solo lo seguimos al ritmo de Édith Piaf por las callecitas de París.

*Los videos fueron exhibidos esa misma noche en la galería Carla Magna de París.

16.10.10

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ilustración: Frank Jensen

VIAJE DE EGRESADAS

Como a Mr. T de la ochentona serie Brigada A, me tuvieron que dar la pastillita para volar ¡Y no es una metáfora!
Artistas de Perú, Brasil, Chile y Argentina compartieron la tercera edición del Festival Artymaña que se llevó a cabo en Villa la Angostura en donde se vieron brillar las obras en situ de artistas como Viviana Macias, Judith Mori, Marga Steinwasser, Marta Ares, Verónica Navajas, Cinthia Magan entre otros.
La organización a cargo de la Universidad de Buenos Aires y del municipio de la Villa no tiene nada que envidiarle a cualquier otro festival. La excepción es que Artymaña es el único en su categoría de arte y reciclado de basura, intentando educar a consumidores irresponsables (una tarea realmente difícil). Un paraíso para repensarse y replantearnos del porque dañamos con tanto entusiasmo nuestro propio medio ambiente.
Con la efervescencia de un adolescente en viaje de egresados pero con dos docenas más de años, acepté la invitación a la fiesta anual en la provincia de Neuquén. Algunas de las diferencias con aquel lejano viaje estudiantil podrían ser que en aquellas épocas el sexo y la sexualidad no eran algo irrelevante, lo mismo pasa ahora, pero con la libido aplastada, amordazada y desviada esta vez la prioridad es la ingesta de alimentos.
Alojados en confortables cabañas frente al lago Nahuel Huapi en un predio de 20 manzanas a pocas cuadras del centro cívico, ideal para residencias de arte, los y las participantes se proyectan para una jornada de intercambio, talleres, entrevistas y por supuesto mucha pero mucha comida. Es así como me inicie con las empanadas de trucha y seguí con el goulash, los spaghetti con hongos, la mouse de limón, los daiquiri de frambuesa, la fondue, el helado de arándanos, los chocolates con trozos de naranja y todo el resto que ya no recuerdo. Un caótico viaje de ida que personalmente culminaba a las 4 o 5 de la mañana y emprendía a las 9 con un gran desayuno continental. Por suerte había siempre un taxista trasnochado que me llevaba de regreso a las cabañas, en donde todos dormían placidamente, mientras yo intentaba mezclarme con la cultura pre cordillerana para instruirme en sus costumbres.
Una mañana decidido a cambiar el rumbo de mi vida, a favor de la no contaminación de mi cuerpo, marche hacia una caminata deportiva de 10 Km. por los senderos que limitan con la fascinante Selva Valdiviana. Previamente fui alertado por la gente de la Villa que narraba graves entrecruzamientos con los mapuches no reconocidos de la zona. ¡Tenga cuidado que cambian los carteles de lugar para que se pierdan los turistas o les tiran piedras desde lejos!... Sorprendido, no me quedó más remedio que partir en busca de la verdad. Obviamente que acompañado de Macias y Steiwasser a las cuáles no creí necesario advertirles sobre estos dudosos comentarios para no crear pánico innecesario.
A pesar de los dos grados bajo cero en el rebosante amanecer, la belleza de las cascadas de Inacayal hundidas en un bosque encantado fueron sin dudas la desconexión absoluta con la urbanidad, también fueron la desconexión con el dolor de pies causado por la interminable caminata.
Al bajar del cerro se avecino a nosotros una mujer que amablemente nos ofreció asilo para calentarnos. Vivía tras un cartel que decía territorio mapuce (territorio mapuche), frente a una casa esqueléticamente carbonizada (¿cómo se habrá quemado?), en esas mismas tierras que el estado vendió al famoso basquetbolista argentino.
No pudimos resistir la curiosidad y gustosos aceptamos la invitación. Para Marga y Viviana la charla con los mapuches era la posibilidad de escuchar la otra campana de los entrecruzamientos, para mí la oportunidad radicaba en el hogar a leña, los mates y las abundantes tortas fritas.
Los relatos de la familia me hicieron un nudo en el estomago. Dos horas después con la mochila cargada de mermeladas y pan casero emprendimos nuevamente nuestro silencioso descenso hacia el pueblo, donde exponíamos nuestras obras ajenas a las problemáticas territoriales.
Como en los viajes siempre nos penetran nuevas experiencias, prometí razonar sobre el consumo innecesario de recursos y reciclar por lo menos los desechos orgánicos que van a la bolsa de la basura. ¡También descubrí amigos con los cuales puedo relacionarme vía mail lejos de los excesos patagónicos!
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ilustración: Gabriela Pino

¿BIFURCADO YO?

5.00 hs. Suena el despertador en el barrio de San Cristóbal, 2 grados bajo cero dice la radio, empiezo a fraccionar, al llegar a Merlo voy a estar a unos 4 o 5 grados bajo cero en pleno campo. Me abrigo en cantidad extrema y parto hacia la oscuridad del inverno. Como una carrera de obstáculos surco con truculencia la esquina del paco, eludo el camión que descarga mercadería en el hipermercado, saludo como todas las mañanas, ¡Buen día!, a la dominicana de la plaza Once.
¡No me privo de nada! Mi trayecto es subte, tren, colectivo. Luego cruzo la ruta y camino sobre la escarcha algunas cuadras por un estrecho sendero que costea un brazo del riacho… “Mi mamá me dice que así hago Patria”.
7.15 hs. A pesar del frío ellos están allí, incondicionales como siempre.
Otra vez en mi cabeza las mismas preguntas… ¿Qué habrá hecho Jonathan para estar aquí? ¿Y Brian?... me interrumpen: ¡¡¡profe, profe…!!! ¿Hoy vino mi juez? Soy la única visita de los martes, y hay mucho alboroto dentro del aula gesell. ¡No se chicos!… (La verdad es que ni yo se quien esta del otro lado del vidrio).
Graciela me recuerda antes de entrar que las preguntas personales se contestan con otras preguntas y que no debo contar intimidades ni preguntarlas. Los alumnos tampoco pueden circular por el aula y yo debo manejarme exclusivamente en el perímetro del pizarrón.
9.40 hs. En el taller de arte estamos trabajando con conceptos básicas de grabado, mas tarde ellos van con sus monocopias a una charla con Natalia, la psiquiatra de la institución. Mi trabajo no es solamente enseñarles la técnica, debo procurar que no lleguen a la terapia con la hoja en blanco.
Recibo mucho cariño e intento devolverlo. Los resultados de la jornada de hoy me ponen feliz, dan ganas de llevarse clandestinamente algunos trabajos, pero es mejor que queden ahí y los expongamos para todos en la pared.
19.30 hs. Un mozo me ofrece champagne mientras una mujer a mis espaldas teoriza con tono intelectual sobre los antagonismos entre la pobreza y la inseguridad en la argentina.
Despliego nuevamente mis efectos miméticos. Es la fiesta de Fédéric y la cena es en la mansión de San Isidro. La cita es de elegante sport pero algunas mujeres que van por primera vez decidieron ir de gala. Al embajador le encanta el arte y por consecuencia tiene muchos amigos y amigas pertenecientes al circuito artístico. Apenas llegamos supe reconocer entre la muchedumbre a Kevin Power que miraba todo pero como ausente, Alberto Sendrós expansivo relataba su viaje a Turquía, Aníbal Jozami y su esposa sonreían, Sophie Calle intentaba dialogar con Marta Minujín. Un narcotizante animador le pone ritmo a la velada y marca los tiempos de charla, los de comida y el de los músicos que vinieron a exorcizar a los invitados.
Martín se aleja para saludar a viejos amigos que solo hablan en francés, quedo solo por unos minutos disfrutando del interminable jardín que lindera con el río.
20.00 hs. Fédéric adora a los artistas de este país y de vez en cuando le apetece hacer alguna comprita estival como el Duilio Pierri que se encuentra en la gran sala frente a la pequeña escultura tripartita de Minujín, o el Roberto Elía de uno de tantos cuartos de planta alta. No recibe asesoramiento alguno para sus compras, actúa por instinto y le gusta visitar a los artistas en sus talleres.
Lejos de ser divertida la fiesta es como un protocolo constante en el cual el homenajeado nunca se relaja. No pudimos charlar nada, y pronto partirá para Paris en plan de negociaciones. Me acerco a la cocina y charlo un instante con Dora, mientras ella hace malabares para servir a la gente. Lo conoce bien, sus aciertos y resistencias, ha sido su servidora en África, Europa y América. Esta un poco triste porque parece ser que este es su ultimo trabajo para el embajador, ya que se apronta su jubilación como funcionario del estado francés. Pero no tan triste, o no triste del todo, porque tras una pausa nos cuenta con fluidez algún que otro chisme de su vecina estrella Valeria Masa.
22.10 hs. Sonrío como todos, pero sin exagerar, nos retiramos a casa para descansar y le pedimos a Dora que nos despida de Fédéric. En el viaje de regreso me pregunto… ¿Mañana también me espera un día bipolar?

12.6.10

Leche

La idea era dirimir las nuevas prácticas de gestión e ir a la muestra de la artista visual Yagoda para así conocer el hegemónico proyecto Cortina abierta hogar/galería impulsado por Natalia Sáenz Valiente, Jorge Salas y Alejandro Iannizzotto.
Golpeé las manos en la puerta de la casa y al grito de… ¡SEÑOOORAAA! Se escuchó otro grito desde adentro que decía ¡YA VOOOY! La puerta se abrió y sorpresivamente una persona con elegante pijama amablemente me hizo pasar a la vivienda.
Cortina es un espacio habitacional de carácter experimental. Un espacio que se habita y que da lugar al arte. Nació en 2009 como Hogar (casa-morada-residencia-domicilio-vivienda-nido-albergue-refugio) accesible para discutir de arte, practicarlo y mostrarlo. Desde hace un año invitan a artistas, curadores, gestores culturales y se convierte en galería (corredor-pasaje-pasadizo-atrio-recoveco-pasillo-travesía) o como bien lo describe Natalia, en un asentamiento de artistas. Un espacio que propone nuevos discursos desde las artes visuales, una vivienda que se abre una vez al mes usando todos sus rincones para enaltecer a sus visitantes.
La muestra individual de Yagoda transgrede los limites de lo expositivo, comienza en el hall de entrada y culmina en el patio trasero de la casa, tramitando filiaciones por las habitaciones de sus moradores, la antigua vitrina del living, sala de estar y baños. Una verdadera apuesta entre lo público y lo privado. Según mis observaciones y después de mi charla con la vaca voladora que pendulaba desde el techo de la galeria, podría ocluir que el ADN argentino está compuesto por mucha… pero mucha leche… más un extra de brillantina escolar. La artista muestra desinhibidamente su multiplicidad de lenguajes (instalación, objeto, escultura, pintura, performance, dibujo) que remiten a otros lugares y momentos de la ideosincracia argentina.
Es meritorio que un espacio de arte ubicado en el barrio de Villa Luro, coexista en la diversidad, presente proyectos alternativos y convoque a cientos de personas (inclusive los días de lluvia) sin encorsetarse.
Cuando llegué a casa me detuve a observar el gigantesco árbol madre (cómo el de la peli Avatar), estaba lleno de pájaros que gritaban como si alguien entendiera su dialéctica. ¡Bue! En verdad es la antena de la ex Side en San Cristóbal que con sus cables a tierra ocupa casi toda la manzana, pero a mí me gusta pensar que es un gran árbol. Después de tanta leche, quise reflexionar sobre el ADN argentino pero la naturaleza me llamaba. Estaba irremediablemente apurado y no previne -si habría o no- papel en el toilet, al fin la carta documento que llegó a principio de mes, tuvo su momento más glorioso y fue rescatada entre los suplementos de arte.

19.4.10

El colono y el colonizado

Errante contra las ideologías conservadoras que pretenden embalsamar y homogenizar el arte contemporáneo concurrí a mi curso semanal sobre algo así como ser un artista exitoso en el subdesarrollo.
No conforme con la tradición, con las fórmulas y categorías existentes, me he vuelto un piloto de pruebas y me di cuenta que para mantenerme a la altura de tal riesgo, también hay que cuestionar la firmeza de las cosas.
Ese mismo día observé que a pesar de la fuerte “caída” de algunos presupuestos institucionales (año del re-contra nombrado Bicentenario), muchos artistas siguen eligiendo al Centro Cultural Recoleta como un espacio irrefutable para exponer sus obras.
Juan Batalla instala ética en una de sus salas, a fuerza de ensamblajes de caucho (llantas de bicicleta) sobre madera, colocándose en el camino del grabado del rinoceronte acorazado de Alberto Durero, ese mismo que Umberto Eco muestra en su libro “La estructura ausente”, y ese mismo mamífero cuadrúpedo que ya se encuentra extinto.

A penas uno entra a la muestra, se encuentra frente a yuxtaposiciones y tejidos de caucho de presencia geométrica, torsiones, anudamientos, protuberancias y el uso de planos de color trabajados hasta el mínimo detalle como si fuesen los pliegues del uní-cuerno.

El desafió en esta era de artistas argentinos emuladores de occidente es encontrar originalidad en obras que hablen de algo o tengan algo que decir más allá de su belleza atrayentemente superficial. ¿O será que la belleza por sí sóla ya basta y yo no me he enterado?
De todas formas Juan logra coherencia poco vista antes y nos cuenta la procedencia de su obra, narrando que en estas o aquellas épocas del colono y el colonizado, el caucho fue una materia surgida en América para el juego de pelota y otros fines mágicos cerca del 1600 AC, muchos siglos después siguió su trayecto hacia la industria europea moderna.

¡Pero no teman, esta muestra no hace referencia a los cuernos de ningún animal! Se llama así por una de sus obras “El rinoceronte” (la que da título a la muestra), un tríptico blanco sintético y negro semi gastado, de grandes dimensiones, siendo su eslabón intermedio una maciza escultura con apoyo en el suelo.

9.3.10

Infancia de Indio

Los recuerdos que tengo sobre aquellas vacaciones son muchos, porque muchos fueron los veranos que pasamos en esas playas. Salíamos a la ruta por la madrugada y hasta el perro nos llevábamos en la camioneta Siam Di Tella.
Mis padres poseían un pequeño terreno lejos del río que cada año teníamos que desmalezar trabajosamente antes de poner la carpa ya que el monte en aquella época avanzaba todos los días.
Aún tengo añejas marcas en el cuerpo por intentar investigar en los cañaverales o entre los alambres de púa.
Fueron esos recuerdos los que vinieron a mi mente cuando vi el proyecto de
Gabriela Antenzon y Augusto Zanela. CONTAINER PROJECT: EL SETO AL FONDO DEL JARDÍN es una intervención multidisciplinaria, ubicada en el Partido de Punta Indio (Bahía Samborombón), Provincia de Buenos Aires, zona declarada reserva natural de biosfera.
Gabriela y Augusto enumeran con precisión los pasos a seguir en este increíble hábitat:

1- Compra del terreno

2- ~ ~ container

3- Preparación del terreno (¿acceso?) (corte/desmalezado) alambrado

4- Construcción de tarima elevada

5- Traslado del container (y emplazamiento)

6- ¿Infraestructura? Provisión de luz

7- Provisión de agua

8- Construcción de pozo ciego y cámara séptica

9- Colocación de tranquera

10- Construcción de torre de agua + escalera

11- Apertura del container

12- Limpieza y ordenamiento interior container

13- Generación de la gráfica (el seto…)

14- Desmalezado

15- Quema

16- Revestimiento interior

17- Instalaciones interiores

18- Colocación de deck perimetral

19- (tachadura) ~ de baranda en terraza/ constr. Terraza

20- Pintura exterior

21- Pintura interior

22- Colocación de aberturas y cerramientos

23- Construcción de quincho

Con similar intención a las acciones de largo alcance de Ala Plástica, o al Archivo Vivo en la zona del Delta del Paraná de Viviana Macías, este nuevo ensayo con un container como principal opción de vivienda, aborda diferentes prácticas en disciplinas como el diseño, las artes visuales, la arquitectura, el paisajismo, la botánica y la comunicación.
Los autores investigaron sobre algunos modelos históricos de diseño autóctono, como el mangrullo, y lo resignificaron con una función contemporánea.
Me pregunto si en la actualidad se verán tantos alacranes, víboras, escuerzos, chajas y árboles espinosos como antes o si la gente se seguirá metiendo al río con las llantas de camión como flotantes.

http://www.redgaleria.com/

9.2.10

Artistas que producen, gestionan y curan

Creí que podía escapar y no volver nunca más, pero la fantasía duró poco y al regreso de las vacaciones me encontré con la primera muestra para visitar. Decía así… “Siete líneas es igual a un punto”, pensé, pensé, y encontré en mi interior la voz de la señorita Liliana de primaria susurrándome al oído “…varios puntos sucesivos forman una línea..”, entonces deduje que el acertijo venía más o menos por el lado de… ”Siete artistas bien diferentes componen una muestra en un mismo espacio”, o por ahí es solamente lo que interpreté.
De cualquier manera el evento contaba con la excelente curaduría de Eduardo Stupía, aunque algunos de los jóvenes artistas provenían de las clínicas y talleres de Tulio de Sagastizabal.
La muestra destacaba por albergar una gran diversidad de lenguajes que se llevaban muy bien entre sí. Instalación, videos, pinturas, dibujos, cerámicas, de Delfina Bourse, Cinthia De Levie, Eugenia Hernández, Alejandro Husni, Milton Kalbermatter, Diego Ontivero, Andrea Vázquez, todos y todas en la sala ocho del Centro Cultural Recoleta.
Stupía destaca con palabras los pliegues y jirones de Bourse, la abstracción lírica de Husni, la insólita melancolía en cerámica de Vázquez, Ontiveros ironiza sobre la relación entre síntesis formal y paleta moderna, Hernández examina los límites de la profundidad la solidez y homogeneidad, mientras que Kalbermatter reflexiona sobre la dudosa cualidad documental del autorretrato.
Me sorprendió en especial la obra de De Levie, artista que juntó uno a uno pedazos de escombros esculpidos y redondeados por el Río de La Plata. Aquellos mismos que al construir la autopista 25 de Mayo, fueron desechados en la costanera.
Me adentré en el tema organización de la muestra y el entusiasmo era algo que se veía a simple vista… postales a color, bebidas, hielo, vasos y hasta los señalamientos debajo de las obras habían sido trabajo de los expositores.
Hoy día, la odisea de exponer no termina solo en la presentación y aceptación de carpetas, para poder mostrar en un espacio es necesario invertir tiempo de gestión y dinero। Algunos afirman que la explosiva oferta de programas de arte en instituciones privadas, se debe a la baja efectividad de los espacios públicos. Sea así o no, las artes visuales parecen haber entrado en un plano no tan elitista, los medios se ocupan más del tema y la demanda se dice en ascenso.