28.2.09

La cita fija con Mabel Temporelli

En una ciudad sofocante, sin el ajetreo excesivo de la oferta de eventos culturales a los cuales acostumbrados/das asistimos, una buena cita aparece para quienes quedamos disfrutando del corto silencio porteño. Se exhiben por segunda vez, pero en Imago de Buenos Aires, las obras de un grupo de artistas rosarinos que rondan entre los 40 y 60 años, “generación intermedia”.
Entre los diez artistas presentados por Hugo Masoero (gestor de La Caverna) en Intermedios re aparece la metáfora y la reflexión que tanto urge y que poco encontramos en las producciones actuales.
Intermedios refiere a una generación, silenciada en un momento histórico en el que expresarse podía significar la muerte y, luego, silenciada nuevamente por políticas culturales oficiales que centraron su atención en círculos cerrados basados en la juventud, lo emergente, el éxito espontáneo, el individualismo y la ausencia de contenidos. Para que estas no sean solamente simples producciones de imágenes, la obra de Mabel Temporelli nos sorprende hablando de un pasado, “La cita fija es un recuerdo que tengo de los setenta: un grupo de jóvenes aferrados a las utopías debíamos pasar por la vereda de un bar un día y hora fijados, para ser vistos por un compañero que daría cuenta más tarde a otros de sus registros”.
Con el paso del tiempo y sus telas quemadas, Temporelli ha podido volver a esa cita. Ahora es ella quien mirando hacia afuera, hace recuentos y avistajes. Están pasando infancias, recuerdos, las puede ver una tras otra...también pasan las historias de sus hijos corporizadas en objetos cuidadosamente intervenidos.
En las notas que escribe al respecto utiliza inocente/contundente la temperatura de las interrupciones vividas por ella misma.
Con la huella del calor con la que atraviesa los tejidos (buchis) busca el poder del fuego transformador y reparador de los antiguos alquimistas. Mediante una autorreferencia literal su única cita fija es tán solo una acción ritualizante de sanación.

10.2.09

¿Quién dijo que el arte es aburrido?

Queriendo aprovechar los últimos días libres antes de empezar la rutina lectiva, nos fuimos con Gabriela a caminar y a tomar unos mates al clásico paseo costanera sur. Era un lunes sofocante y teníamos mucho espacio para distendernos ya que había poca gente revoloteando por los alrededores.
Como siempre charlamos de todo, menos de arte, ese tema está prohibido en nuestras salidas. Es una forma de combatir nuestros impulsos por volvernos seres monotemáticos.
Naturalmente, después de tanto mate, pronto tuvimos ganas de un toilette, y seguimos nuestra pausada caminata hacia la nueva Fundación Fortabat.
Yo recordé que en La Munich había una muestra muy veraniega a la cual me hubiese gustado ir en su inauguración por la instalación de piletas de lona que estarían a disponibilidad de los invitados, así que primero nos dirigimos hacia allí. De más está decir que el museo es un edificio maravilloso y que conserva estratos del glamour de la vieja cervecería que uno no se puede perder. A pesar que llegamos en el horario casi de cierre, nos atendieron con total amabilidad y dejaron que espiáramos un poquito de la muestra que en algunos momentos nos llenó de nostalgia y en otros de alegría. Pero si teníamos calor y sed de balneario, entrar ahí fue buena idea. Una ola congelada y gigante que nos había mandado Paula Senderowicz nos esperaba cerca de la entrada para refrescarnos de pies a cabeza. A la vista, un sensual sireno porteño provisto por Marcos López nos invitó a seguir viendo obras de Mariano Llinás, Javier Barilaro, Guido Ignatti, Marino Balbuena, Daniel Basso, una instalación de Julian D´angiolillo, todos a la vigilia del ex oficinista y ahora impecable guardavidas Gustavo Giannuzzi. El responsable de la recolección, Alejandro Somaschini con quien nos quedamos con muchas ganas de bailar en sunga. Obviamente también usamos la toilette (femenino).
Finalmente llegamos a la Fundación, pero les recuerdo que los días lunes está cerrada y que el resto de la semana lamentablemente no tiene día de entrada libre.
Volvimos comentando todo lo visto y rompiendo una vez más nuestra promesa de no hablar de arte en nuestras charlas/paseos.

9.2.09

En busca de paz y vida celestial

De San Cristóbal al barrio de Devoto. Muy cerquita de la General Paz, ingresamos al jardín de Buenos Aires por calles con abundante verde y amplias veredas, lejos del ruido del centro. En busca de paz y vida celestial, tenía curiosidad por ver la propuesta en la que participaban Adrián Paiva, Pablo Lehmann, Juan Carlos Romero, Massoero, Carla Rey, Delgado, Hilda Paz, Zina Katz, Silvana Blasbalg, Dany Barreto, Batalla, Marcelo Lo Pinto, Andreotti, Daniel Juárez entre otros. Martín me llevó hasta la puerta y me despidió diciéndome “Te paso a buscar en una hora”… Yo asentí con un gesto. Era mi primera visita a la galería 1/1. Al toque de entrada me recibió Carla, que sin conocerme me hizo ingresar en un ambiente amigable y contemporáneo, ideal para conocer cara a cara a los artistas.
Algunas galerías o espacios de arte por sus características brindan anonimato al visitante, entonces traté de pasar desapercibido los primeros minutos para aventajarme con mis observaciones. Mis ojos recorrieron cuanta superficie pudieron, reconociendo objetos que formaban parte de un plural santuario negro/blanco, en su mayoría brillante y monocromo. Las dualidades estaban presentes, vida/muerte, bien/mal, vacío/lleno, femenino/masculino, a veces en el mismo objeto/sujeto. Por suerte también estaban los grises intermedios, me sentí aliviado y me alejé de la idea de una muestra bipolar.
La casa trasformada como por arte de magia en una galería de arte que alberga a más de 20 artistas en exposición y otros tanto en trastienda, no deja al margen a sus visitas, y enseguida quedé incluido en las charlas grupales que surgieron espontáneamente. Una inauguración innovadora y nada pretenciosa, un fin de semana a plena luz del día, en un espacio apartado del circuito artístico tradicional.
Todo invita al disfrute, beber el cáliz rojizo en compañía de la fragilidad de trabajos de Lehmann, objetos salvajes sacados de contexto como los de Paiva, o negros sueños como los de Masoero. Los artistas charlan descansados, intercambian información, y comparten un espacio no necesariamente religioso, pero con mucha aura sagrada.
Caja de arte abre el ciclo 2009 y se propone como lugar para charlar, para creer, para crear, para encontrar, para brindar, para disfrutar, para recargar energías luego de la sofocante rutina.
PD: La muestra está abierta también para los que somos no creyentes.