31.10.09

La ciudad liliputiense

Lo último que recuerdo fue el truculento panzazo que me di en la gran piscina del señor embajador ante sus invitados más selectos, …un siempre sonriente coleccionista de arte contemporáneo y su delgada esposa, un teórico que habla todo el tiempo de sí mismo, un matrimonio de diplomáticos muy pret-á-porter, y la súper única Marta, ARTE ARTE ARTE…!!!

Desperté como por arte de magia en medio de una pequeña cartografía llamada F.D.A.C.M.A. (fundación para la difusión del arte contemporáneo en el mercosur y alrededores). Rápidamente miré hacia abajo, pero no llevaba puesto pollera y delantal, así deduje que lamentablemente no era Alice in Wonderland. Desde ese momento por descarte pasé a ser una especie de Los viajes de Gulliver (en algún cuento tenía que estar).
A mí alrededor se observaban en plano extensivo calles con casas, industrias, departamentos, parques, instituciones sin fines de lucro, comercios y monumentos. En el centro de una plaza un enano de jardín envuelto con papel de golosina dorada me cuenta que en sus prácticas la F.D.A.C.M.A. genera acciones pequeñas pero concretas en espacios públicos y en espacios independientes o poco usuales, con escaso presupuesto, alentando las formas alternativas de circulación y producción cultural. El enano me invita a un prominente hotel full concept cercano a la plaza, pero no puedo aceptar, unos amigos me esperan en la carpa karaoke, y me dirijo hacia allí para exorcizar mi ineludible alteridad.
Entre jaulas de canarios, agujeros negros, nubes ácidas, muñecos de plástico y una vertiente de agua en miniatura se percibe una fluidez de trabajos con nuevos aires de confrontación.
Un lujoso edificio símil Cavanagh repleto de cáscaras de bananas se ubica en una de las avenidas principales; la energía circula por la ciudad desde la pirámide central y los edificios parecen haber estado de fiesta no hace mucho tiempo atrás. En una esquina me encuentro con Carlos Baragli y Florencia de la Vega, me cuentan a modo de city tour que la idea original de la ciudad pertenece a Lino Divas y que el proyecto de TINAG también está integrado por Leo Prat, Ricky Vior y Paula Meizoso.
This Is Not A Gallery intenta articular nuevas formas de discurso experimental, con propuestas logradas especialmente para ese espacio en particular y se elijen obras en sintonía con el proyecto.
Serenos, amables, y dueños de un entusiasmo contagioso los integrantes de TINAG fijan objetivos que puedan ser aprehensibles lejos del exitismo.

Participaron en la maqueta F.D.A.C.M.A. Mint Royal, Jimena Croceri, Federico Mangione, Chupala Mantrul, Gabriela Pino, Liz Reale + Maite Ortiz, Federico Claudio, Grupo Bondi, Nelda Ramos, Juan Matías Killian, Soledad Marcote, Ganz Toll, Lino Divas, Paula Pogranizky, Clarisa Grabowiecki, Daniel Ojeda, Alejandra Knoll, Sol Severina, Sol del Río, Ana Montecucco, Mario Scorzelli, Martín Osuna, Nicolás Sarmiento entre otros…

25.10.09

Una azafata a todo vuelo

La lluvia no amainaba, pero tampoco decaía mi curiosidad por ver antes que nadie las obras que estaría exponiendo José Luis Anzizar en el Centro Cultural Recoleta. Después de las mil sugerencias recibidas que tronaban en mi mente diciendo “debes escribir seriamente, no seas insolente”, me dirigí hacia el estudio del artista dispuesto a hacer una reseña extra profesional.
Con abundante verde, mansas ovejas y silos repensados arquitectónicamente, el taller de Anzizar es un cóctel entre paraíso solemne y bunker post civilización ubicado cerca del barrio de Chacarita.
Increíblemente, más allá del horizonte, José Luis vuela sin equipaje. Es que Reina (el alter ego de Anzizar) con narcotizante trajecito de Emilio Pucci está bien entrenada para cualquier tipo de improvisto. En su adolescencia mientras él remaba sobre antagonismos, una serie de aviones pintados por Alexander Calder, dividían las aguas del delta entre sueños e imposiciones. “Cada domingo la rutina era la misma. Mientras el timonel y el entrenador se esforzaban en motivarnos a punta de grito, yo, literalmente, estaba en las nubes. Si bien la anchura del rió ayudaba a hacer más liviana la carga, me costaba estar en el agua”.
Esta performatica azafata sentía como un guiño de ojo el pasar de los aviones colores pastel que invitaban a evadir la opresiva rutina.
Reconfortantes apariciones de la flota aérea Flying Colors de la ex Braniff hacían que los sueños de Anzizar sean cada vez más auténticos.
En esta serie de trabajos el artista rompe el formato y se desliza en un sin fin de lenguajes empleando objeto, instalación, fotografía, bordado, pintura, collage, performance y construyendo un nuevo mapa de su propio cuerpo.
Sin azar en el camino, abundan las metáforas y paralelismos que narran situaciones entrecruzadas con lo cotidiano.Ya sea como azafata de avión o transmutado en ágil hibridación de colibrí, las fantasías de José Luis ganan altura en esta muestra y se materializan en colores que vuelan.

20.10.09

¿Trapo o lampazo?

Siempre es placentero volver a Rosario. En dos días tenía que cumplir con la agenda de ver a tantos amigos/gas, ir a varios eventos, disfrutar de las playas rosarinas, comer abundante surubí y obviamente criticar las divergencias del hotel.
El objetivo principal era visitar la muestra inaugural “Trapo” de Marga Steinwasser en el museo Castagnino. Después de llegar a un hotel agobiado de mercancías estetizadas, surgió la necesidad casi inmediata de ver la muestra de arte. La misma consta de tres partes, un inventario de pluralidades que la artista hizo en el proceso de la obra, la obra misma extendida panorámicamente y un fluctuante video que completa el recorrido cerrando ideas o aportando nuevas interpretaciones.
Anárquica, la obra de Marga toma vida propia y no deja de expandirse en todas direcciones. Cosiendo y pensando, ella nos cuenta que ya hace unos años que viene trabajando sobre esta obra monumental que actualmente mide 126 metros de largo y pesa 35 kilogramos, plagada de referencias que a modo de diario íntimo nos remiten a lo relacional o a un work in progress con aquiescencia colectiva. La misma ocupa la mitad del primer piso del Castagnino y está constituida casi en su totalidad por una amplia diversidad de géneros que la artista fue rescatando de su propia vida cotidiana, la de familiares y amigos.
Cada centímetro de añadidura tiene una irreductible historia por detrás. Banal, profunda, triste o alegre, es imposible recorrer tantos metros de servilletas, repasadores, sabanas, remeras, calzoncillos, bolsas de súper mercado, pulóveres tejidos a mano “atacados” por las polillas... y otros textiles sin identificarse con algunos de ellos.
Vislumbrando el agotamiento, volví al hotel. Por la noche, bajo los efectos de un sueño recurrente, me imagine desenrollando la obra de Steinwasser desde el tercer piso de mi habitación para escapar sin pagar la cuenta, pero en el sueño me atrapaba el conserje y me relegaban a limpiar los pisos de todo el edificio a fuerza de lampazo.
El taller de Santiago

Santiago García Sáenz (1955-2006), busca la identidad del paraíso en ZavaletaLab y en REDGalería. Los últimos trabajos se exponen en San Telmo, en la galería de la calle Venezuela. La muestra incluye una selección de obras del período de madurez del artista; mientras que algunos de sus amigos y amigas más íntimos presentan fotos, textos, imágenes a modo de homenaje en la galería virtual.
Un texto al pie de la muestra explica que Sáenz posee en sus obras una inquietante búsqueda de la identidad, sobre todo aquella que se denomina mestiza, la propia, la identidad Latinoamericana. En sus cuadros los mitos y la imaginería de lo popular se hacen visibles, recontextualizados en un paisaje atemporal, que sacraliza al continente como el Jardín perdido y reencontrado.
Pero estas líneas se fortalecen cuando Virginia Del Giúdice, Adela Rodríguez Larreta, Josefa Correa, José Garófalo y Renato Rita que tenían asignada una sala de REDGaleria le contestan a Sáenz a modo de diálogo imaginario. Inesperadamente la cantidad de contenidos aportados terminaron ocupando todas las salas gracias a la flexibilidad del proyecto, esbozando un gran work in progress.
Santiago García Sáenz era un nexo de grupo y en su particular taller ubicado en una vieja casona del barrio de Once, las tertulias entre amigos eran algo cotidiano. “Los pisos están como eran, pero los pinté a todos con pintura de color rojo y eso los emparejó. Después canjeé un dibujo por las puertas, a otro le cambié por el flete, después otro dibujo por el tanque de agua que era de un amigo que estaba arreglando la casa… Y tuve suerte con un buen albañil, pero a él no le pude cambiar nada”.
Así como podemos decir que Liliana Maresca fue una referente del trabajo grupal entre artistas; Santiago hacía de su taller un culto de la amistad, como así también un campo de conflictos estéticos y políticos.
Santiago Bengolea de proyecto RED nos cuenta que todos los 25 de mayo, al mediodía, se reunían a festejar el día de la patria con vino y empanadas, ya era una tradición hacerlo. Allí estaban desde Alicia de Arteaga hasta Marcia Schvartz, entre otros.
Garófalo en su relato recuerda, “Me desperté con un mensaje que decía que Santi había fallecido… después del shock me fui al estudio y tomé las fotos del lugar tal cual las había dejado, los cuadros sin terminar, los libros de consulta, los lentes sobre el banco, las plantas del patio… el árbol que plantamos cuando nos mudamos”.
La presentación de Renata Rita vincula a un Santiago soñador que ha dejado huellas; que ilusionado, observa desde una pomposa nube blanca a sus amigos más queridos.